La música y los huesos
Haxe empujó aquella enorme puerta con sus seis extremidades. El lugar era antiguo, estaba oscuro y olía a humedad. Quizá nadie se había parado ahí en miles de años, porque casi todos los grabados en las paredes permanecían intactos. Todo lo podía identificar de otros archivos: había árboles, aves volando por el cielo, animales corriendo en llanuras y comiendo entre los bosques.
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